-->

Empezar de nuevo

Hablábamos de música y de inmediato apareció una larga pausa.. se sentía como si algo estuviese intentando salir de algún lugar del carro. Yo intentaba evadir su mirada pero finalmente nos encontramos.
- Recuerdas lo que te dije sobre las decisiones?- Me dijo, ahora con un aire más serio.
- Sí - Le respondí.
- Pues yo decidí estar aquí, ahora, contigo. Es lo que realmente quiero, es lo que me hace sentir bien.
- Y yo igual.
Sonreí, pero esta vez como una somatización de los nervios que comenzaban a revolver todo dentro de mí. Ignoraba nuevamente lo que ese momento me hacía sentir. Lo que esa conversación realmente significaba. Cuando volví la mirada hacia él, me observaba nuevamente, directo hacia mis ojos y quise por un momento perderme en su profundidad, pero sentí miedo y me volví a desconectar.
- Para, ¡no me analices! - Le repetí una vez más, de tantas aquella noche. Temía ser más transparente de lo que ya me sentía.
- Esta bien, analízame tú entonces- Me respondió ahora algo jovial, en un intento de reducir mi tensión.
Nuestras miradas conectaron otra vez. Una vez más comenzaba a sentir un torbellino en todo mi centro. No otra vez, pensé.  
- No, no lo logro
- Vuelve a intentar - Replicó, esta vez acercándose un poco más.
Sonreí. Quería que lo hiciera nuevamente.
- Nada, no veo - dije. Esta vez él sonrió y se acercó un poco más. 
- ¿Ahora? - Preguntó, ahora tan cerca que si me inclinaba un poco podría besarle, pero mi lado racional supo detenerme. No otra vez, pensé.
- Nada.. - con un aire de frustración y reproche, esperando a ver si se acercaba un poco más. Pero no lo hizo. Se alejó y por un momento pensé haberle contagiado mis nervios. Pero no podía ser, ese algo atrapado, oculto en algún espacio del carro se batía ahora con más fuerza y el ruido que hacía comenzaba a aturdirme; ya me era suficiente con el remolino, no soportaría algo más.
- Sabes, es que yo soy algo ciega - agregué inmediatamente.
- ¿Sí? Quizás de más cerca funcione. 
Asentí con la cabeza, y me sorprendí al poder hacerlo.. me sentía paralizada.
Conforme se acercaba me esforcé montones en fijar mi mirada en sus ojos, que en lugar de verdes, ahora parecían de un color miel claro, y no en sus labios que rogaban por mi atención. Hesité un instante en si podría mantener la postura y continuar con aquel juego que me estaba entreteniendo, pero antes de que pudiera pensar más él ya estaba aquí. 
En cuanto sus labios rozaron los míos el remolino terminó de revolver todo en mí, perdí noción de todo, y la energía que luchaba por salir reventó como una explosión atacando todo a su alrededor, negándose completamente a regresar al lugar del cual se originó, impregnando sentidos y conectando emociones que di por perdidas alguna vez.

Hijos de Nadie

Ahora preciso escribir algo que lleva años en mi mente, pero que cada vez más profundiza en mi generación y en mi vida...
Los jóvenes de Venezuela hemos tenido que entender y aceptar cosas que en otras condiciones no nos corresponderían, cosas que nos han obligado a madurar y actuar de una forma que personas de nuestra edad en otros países no han tenido que.. Somos hijos de la injusticia, de una mujer cuyos ojos fueron vendados para finalmente ser retirados sin que muchos se percataran.
Somos crías de la violencia, de la miseria, del desespero.. Vagamos solitarios en un entorno que intentamos comprender y contra el que deseamos luchar, pero a muchos nos falta coraje…
Somos hijos del miedo, ese que nos persigue por las calles y amenaza con quitarnos la vida cada vez que damos un paso al frente en busca de superación y oportunidades…
Estamos cansados de buscar la respuesta a qué deberíamos hacer para llegar a una solución final.. Nuestro papel lleva en su espalda el peso de toda una historia,  crisis y miles de problemas que esperan a ser resueltos.. pero seguimos sin saber cómo..
Hijos de una tierra que muy en sus entrañas desea nuestra sangre para solventar todo conflicto, y que espera, algo impaciente, a que suceda.

Ansiosos, sin camino, somos hijos de una madre que llora a su pupilo.. Que juega azares con el tiempo y le reza al destino, que pide por su gente, por su pueblo, por un camino. Mientras tanto, hemos aprendido a alimentarnos de esperanza, un nutriente algo vacío del que ya estamos empalagados y buscamos motivos para seguir usándola, pues es la única fuente de energía que nos permite seguir luchando por un país perdido desde unos años atrás.


Cuando es nuestro futuro por lo que debemos luchar.. ¿quién nos ampara?
Hoy estudiante, mañana el profesional que atenderá a tus hijos y continuará la construcción de tu país..
BASTA DE ATROPELLOS a nuestra educación, cultura y desarrollo.
SOS  Medicina UCV